¿Por qué criticar todo?
Constantemente emitir juicios y criticar todo lo que nos rodea puede ser un hábito muy arraigado para algunas personas. ¿De dónde surge esta tendencia y cómo podemos gestionarla de una manera más productiva? Desde el enfoque de la Bioneuroemoción, la PNL y la psicología transpersonal, revisemos algunos ejercicios prácticos para reducir el exceso de críticas.
El impulso de criticar proviene de nuestro ego
Según la psicología transpersonal, el ego es la parte de nuestra mente que busca reafirmarse y sentirse superior constantemente (Walsh & Vaughan, 1993). Critica las imperfecciones externas para resaltar su propia “perfección”. Sin embargo, el ego no es quienes realmente somos. Es sólo un patrón mental condicionado que genera sufrimiento (Wilber, 2000). Podemos observarlo, reconocerlo y elegir no actuar bajo su influencia.
Cada crítica esconde y es una confesión
(Gibran, 1923)
Existen algunas razones psicológicas que pueden explicar el impulso de criticar:
- Perfeccionismo: Quienes tienen estándares excesivamente altos y buscan la perfección, suelen criticar más a los demás al notar fallos y errores. Les cuesta aceptar los defectos como parte de la condición humana.
- Baja autoestima: Las personas con poca confianza en sí mismas pueden criticar a otros para sentirse superiores y compensar sus propias inseguridades. Criticando resaltan defectos ajenos para no enfocarse en los propios.
- Proyección: Inconscientemente proyectamos en otros cualidades que rechazamos de nosotros mismos. La crítica funciona como válvula de escape de frustraciones internas.
- Necesidad de control: Criticar da una sensación de poder y control sobre el entorno. Ayuda a algunos a lidiar con la incertidumbre al señalar supuestos «errores».
- Tendencia a juzgar: Algunas personas están predispuestas a juzgar, evaluar y clasificar todo. Lo ven como su deber corregir y criticar conductas ajenas.
- Estrés y frustración: Ante presiones de la vida, se desquitan criticando como catarsis emocional para liberar malestar interno.
- Hábito mental: Si durante la crianza hubo críticas excesivas, se refuerza un patrón mental de criticar que luego es difícil de desaprender.
La crítica refuerza la sensación de separación
Desde la Bioneuroemoción, se plantea que las emociones surgen de cómo interpretamos las sensaciones corporales (Alba, 2013). La crítica genera emociones de ira, frustración y resentimiento. Estas emociones provocan una desconexión con los demás, reforzando la ilusión de separación (Lipton, 2005). Pero en realidad todos estamos conectados a través de un campo unificado de consciencia (Laszlo, 2004).
Cómo gestionar el impulso de criticar
Transformar el hábito de criticar requiere fortalecer nuestra autoconsciencia y desarrollar la capacidad de respuesta en lugar de reacción. He aquí algunas estrategias prácticas:
- Respiración consciente: La respiración profunda activa el sistema nervioso parasimpático, produciendo calma y claridad mental. Cuando sientas el impulso de criticar, detente y lleva la atención a tu respiración durante 1-2 minutos. Inhala contando hasta 5, retén el aire 2 segundos y exhala contando hasta 7. Repite este ciclo respiratorio unas cuantas veces. Esto oxigena tu cerebro, baja los niveles de cortisol y te ayuda a responder con ecuanimidad (Kabat-Zinn, 1990).
- Observar el impulso crítico: La observación desapasionada sin juzgarte crea espacio entre el estímulo y tu respuesta. Toma distancia del impulso crítico y míralo como si fuera una nube pasajera en el cielo de tu mente. Reconoce: «Ah, ahí está esa voz juzgadora otra vez». Esta toma de conciencia disuelve la intensidad de la crítica.
- Buscar la necesidad oculta: Indaga cuál es la necesidad subyacente a esa crítica con preguntas como: ¿Qué estoy sintiendo realmente ahora? ¿Qué necesito en este momento? Quizás descubras que detrás de la crítica hay una necesidad de certeza, coherencia, paz o justicia. Nombra la necesidad y busca satisfacerla de un modo más positivo.
- Encontrar el propósito constructivo: El enfoque no violento comunicativo invita a ver más allá del juicio para descubrir la intención positiva detrás del mismo. En lugar de condenar, redirige la crítica a una contribución productiva. Transfórmala en una petición específica y afirmativa (Rosenberg, 1999).
- Practicar la gratitud: Agradece internamente cada vez que te des cuenta de un impulso crítico. Enfoca tu mente en lo que valoras de una situación o persona, en lugar de resaltar sus defectos. La gratitud genuina crea un estado positivo que suaviza la tendencia juzgadora. Por ejemplo, en lugar de criticar: “Ese corte de pelo se ve mal”, piensa: “Agradezco que cada persona tenga libertad para expresarse” (Emmons, 2007).
- Ser amable contigo mismo: No te juzgues ni castigues por tener pensamientos críticos. Son muy humanos. Trátate con paciencia amorosa cuando falles, sin exigirte perfección. La autocompasión transforma desde adentro nuestra relación con el mundo.
Aplicar regularmente estas estrategias, con compromiso amable, reducirá paulatinamente el hábito de criticar desde una mayor consciencia y compasión. El cambio lleva tiempo, pero vale la pena por los beneficios en nuestras relaciones y bienestar.
Criticar con moderación desde la compasión
La crítica no es inherentemente negativa. Bien utilizada, puede comunicar áreas de oportunidad de una manera compasiva (Neff, 2011). Practica emitir tus críticas moderadamente, sin exigencias ni juicios. Ofrece sugerencias amables en lugar de señalamientos duros. Esto genera un ambiente de crecimiento mutuo.
Recuerda que todas las personas tienen luces y sombras. No necesitamos condenar las sombras, sino reconocer la humanidad compartida (Hanh, 2007). Con paciencia y práctica constante, podemos desactivar el piloto automático de la crítica excesiva. Cultivemos la mente del principiante para observar la vida con curiosidad y asombro (Suzuki, 2011).
Referencias
- Alba, E. (2013). Bioneuroemoción. Barcelona: Rigden Institut Gestalt.
- Emmons, R. A. (2007). Thanks!: How the new science of gratitude can make you happier. Houghton Mifflin Harcourt.
- Gibran, K. (1923). El profeta. New York: Alfred A. Knopf.
- Hanh, T. N. (2007). The art of power. HarperOne.
- Kabat-Zinn, J. (1990). Full catastrophe living: Using the wisdom of your body and mind to face stress, pain, and illness. Delta.
- Laszlo, E. (2004). Science and the akashic field: An integral theory of everything. Inner Traditions.
- Lipton, B. H. (2005). The biology of belief: Unleashing the power of consciousness, matter and miracles. Hay House, Inc.
- Neff, K. (2011). Self-compassion. William Morrow.
- Rosenberg, M. B. (1999). Nonviolent Communication: A Language of Life. PuddleDancer Press.
- Suzuki, S. (2011). Zen mind, beginner’s mind. Shambhala Publications.
- Walsh, R., & Vaughan, F. (1993). On transpersonal definitions. Journal of Transpersonal Psychology, 25(2), 199–207. https://www.atpweb.org/jtparchive/trps-25-93-02-199.pdf
- Wilber, K. (2000). Integral psychology: Consciousness, spirit, psychology, therapy. Shambhala Publications.