Familias monoparentales en Chile
Riesgos y desafíos en la salud emocional de sus integrantes
Las familias monoparentales se han incrementado en las últimas décadas. Según el INE (2017), en Chile el 14,5% de los hogares son monoparentales, siendo el 13% con jefatura femenina y el 1,5% con jefatura masculina.
Familia monoparental
Una familia monoparental es aquella familia que está formada por un solo padre o madre y sus hijos, lo que conlleva una serie de desafíos y riesgos psicosociales derivados de la crianza en soledad. Las principales características de las familias monoparentales son:
- Está formada por un solo progenitor, que es el cabeza de familia, y uno o más hijos. Puede ser monoparentalidad materna o paterna.
- El progenitor es soltero, viudo, separado o divorciado.
- El padre o madre ejerce las funciones de crianza y provisión económica de la familia sin la presencia de una pareja.
- Suele haber escasez de tiempo del progenitor para el cuidado de los hijos, al tener que compatibilizar el trabajo con las tareas del hogar.
- Existe mayor probabilidad de problemas económicos, al depender solo de un sueldo.
- Hay más riesgo de problemas emocionales y psicosociales tanto en padres como en hijos.
- Los hijos suelen asumir roles y responsabilidades impropias de su edad.
- La dinámica y funcionamiento familiar se altera ante la ausencia de uno de los progenitores.
Desafíos en las familias monoparentales
Esta nueva configuración familiar trae desafíos en la crianza y en la salud emocional de padres e hijos. Revisaremos sus consecuencias desde una perspectiva psicológica.
Para los hijos
La salud emocional de los hijos en familias monoparentales puede verse afectada. Un fenómeno frecuente es la parentalización, donde los hijos asumen roles de padres debido a la ausencia de uno de ellos (Peris y Emery, 2005).
La parentalización se asocia a problemas internalizantes y externalizantes en hijos adolescentes (Peris et al., 2008). También puede afectar el rendimiento académico, aumentando las probabilidades de problemas escolares (Jurkovic et al., 2005).
Los hijos en familias monoparentales tienen mayor riesgo de experimentar negligencia física y emocional (McMahon y Luthar, 2007). La parentalización se considera una forma de negligencia emocional (Hooper, 2007a).
La monoparentalidad puede afectar a los hijos de diversas formas:
- Mayor responsabilidad y roles adultos: Los hijos suelen asumir roles instrumentales (tareas domésticas) y expresivos (apoyo emocional) que corresponden a los padres, un fenómeno conocido como parentificación. Esto puede interferir en su desarrollo.
- Problemas emocionales: Los hijos están en mayor riesgo de sufrir problemas internalizantes como depresión y ansiedad, al no poder expresar sus propias necesidades emocionales.
- Problemas conductuales: La frustración y el estrés también pueden manifestarse en problemas externalizantes como agresividad, consumo de sustancias, delincuencia.
- Bajo rendimiento académico: Las responsabilidades excesivas en el hogar pueden afectar la dedicación a las tareas escolares.
- Sentimientos de abandono: La ausencia física y/o emocional de uno de los padres puede generar sensación de abandono, rechazo e inseguridad.
- Trastornos alimenticios: La falta de supervisión parental adecuada aumenta el riesgo de obesidad, desnutrición o trastornos alimentarios.
- Problemas de socialización: La dinámica familiar disfuncional dificulta que los hijos desarrollen habilidades sociales óptimas.
- Mayor exposición a la violencia: Hay más probabilidades de ser víctimas directas o indirectas de maltrato físico y psicológico.
La ausencia de un progenitor genera importantes carencias afectivas, materiales y de supervisión en los hijos, que se reflejan en diversos problemas psicosociales y conductuales.
Para los padres
La salud emocional de los padres en familias monoparentales también se ve afectada. Deben responder solos a las necesidades instrumentales y emocionales del hogar, generando sobrecarga y estrés (Barudy, 2009).
El aislamiento social es frecuente, al tener los padres menos tiempo para relaciones fuera del núcleo familiar. Esto afecta el bienestar emocional de los padres (Barudy, 2009).
La crianza en soledad dificulta que los padres monoparentales reciban apoyo y consejo de otra figura adulta en el hogar, aumentando la frustración y los problemas de conducta en los niños (Ramírez, 2005).
La monoparentalidad también tiene consecuencias importantes en la salud emocional y el bienestar de los padres:
- Estrés y sobrecarga: Los padres monoparentales deben responder solos a las exigencias económicas, domésticas y de cuidado de los hijos. Esto genera agotamiento.
- Problemas económicos: Depender de un solo sueldo aumenta el riesgo de problemas financieros y pobreza.
- Aislamiento social: Tienen menos tiempo para relaciones sociales y actividades de ocio fuera del hogar.
- Depresión y ansiedad: Las exigencias y la soledad pueden derivar en cuadros depresivos y ansiosos.
- Baja autoestima: La valoración social negativa y el sentimiento de fracaso dañan la autoestima de los padres monoparentales.
- Sentimiento de culpa: Pueden sentir culpa por no poder proveer lo suficiente a los hijos o por la ausencia del otro progenitor.
- Problemas de salud: El estrés crónico se asocia a mayor incidencia de problemas cardiológicos, obesidad, migrañas, etc.
- Trastornos del sueño: La carga diaria altera los ritmos circadianos, dificultando la conciliación del sueño.
- Consumo de sustancias: Como mecanismo de afrontamiento negativo ante la adversidad.
- Dificultades laborales: El estrés parental puede disminuir el rendimiento y compromiso con el trabajo.
La monoparentalidad coloca a los padres en una posición de mayor adversidad, que puede debilitar significativamente su salud física y psicológica.
Dinámica familiar
- La dinámica en familias monoparentales también se ve alterada, afectando la salud emocional de sus miembros.
- Hay mayor probabilidad de límites difusos entre padres e hijos, aumentando la parentalización. El sistema familiar se vuelve más enmarañado (Minuchin, 1974; Kerig, 2005).
- La cohesión familiar disminuye en hogares monoparentales, al existir menor apoyo e interacción entre los miembros (Cigoli y Scabini, 2006).
- La comunicación entre padres e hijos puede volverse más directiva desde el progenitor, buscando compensar la ausencia del otro padre. Esto afecta la autonomía de los hijos (Jurkovic, 1997).
Recomendaciones para los padres
- Buscar apoyo emocional en amigos, familiares o grupos de apoyo. Esto ayuda a sobrellevar la carga.
- Establecer una rutina clara con los hijos, con horarios regulares para las comidas, tareas, sueño, etc. La estructura genera seguridad.
- Dedicar tiempo de calidad con los hijos, para fortalecer el vínculo afectivo.
- Participar en actividades recreativas con los hijos los fines de semana. Esto reduce el estrés.
- Mantener una comunicación asertiva, expresando las emociones de modo apropiado.
- Ignorar comportamientos leves negativos para no reforzarlos. Elogiar conductas positivas.
- Aprender estrategias positivas de crianza.
- Cuidar la propia salud física y mental, durmiendo bien, alimentándose sanamente, practicando ejercicio físico.
- Acudir a terapia psicológica individual o familiar si se requiere, para prevenir mayores problemas.
Reglas y límites claros en casa
Establecer reglas y límites claros sobre comportamientos esperados en casa es esencial para una crianza efectiva. Algunos consejos útiles son:
- Definir pocas reglas simples, positivas y específicas sobre los comportamientos deseados.
- Explicar las reglas a los hijos de un modo acorde a su edad, asegurándose que comprenden.
- Ser consistente en el cumplimiento de las reglas por parte de los hijos. Aplicar las mismas consecuencias cuando se transgreden.
- Elogiar y recompensar cuando los hijos siguen las reglas, para reforzar la conducta positiva.
- Evitar reglas excesivamente estrictas e irrealistas que los hijos no puedan cumplir.
- Adaptar las reglas a medida que los hijos crecen y maduran.
- No establecer reglas en medio del enojo, sino en calma y reflexionando.
- Explicar la razón de las reglas, como proteger su seguridad y bienestar.
- Involucrar a los hijos en la definición de reglas y consecuencias desde pequeños.
- Ser un modelo positivo siguiendo las mismas reglas que se espera de los hijos.
- Ser firme pero empático al hacer cumplir los límites establecidos.
Las reglas deben ser claras, coherentes, apropiadas a la edad e impuestas consistentemente por el bienestar de los hijos. Los límites brindan la estructura que necesitan.
Fomentar la autonomía
Fomentar la autonomía de los hijos según su edad, sin delegar excesivas responsabilidades
- Las tareas asignadas deben permitir que el niño las realice solo, sin necesitar supervisión extrema del adulto. Esto fortalece su autonomía.
- No delegar tareas que correspondan solo a los padres, como pagar cuentas, mediar conflictos de hermanos, etc. Esto parentaliza a los hijos.
- Asignar tareas acordes a la edad. Por ejemplo, un niño de 6 años puede vestirse solo, hacer su cama y ordenar sus juguetes. Un adolescente puede apoyar en tareas domésticas más complejas.
- Los hijos pueden participar en la preparación de comidas, pero no deben ser los principales responsables de alimentar a la familia.
- Los hermanos mayores pueden apoyar en el cuidado de los menores, pero no reemplazar integralmente al progenitor.
- Las tareas del hogar deben alternarse con tiempo para juegos, tareas escolares y relajación.
- Si el niño muestra resistencia a sus nuevas responsabilidades, reconsiderar si no son excesivas.
- Realizar supervisión y seguimiento por parte del adulto tras delegar una nueva tarea.
- Reconocer y elogiar los logros en autonomía e iniciativa del niño.
Enseñar habilidades
Enseñar a los hijos habilidades para resolver conflictos y expresar emociones. Algunas recomendaciones son:
- Educar en el vocabulario de las emociones desde pequeños, nombrando y validando lo que sienten.
- Predicar con el ejemplo, nombrando las propias emociones de modo apropiado.
- Escuchar activamente cuando los hijos expresan emociones, sin juzgar o minimizar.
- Enseñar técnicas para manejar emociones intensas, como la respiración profunda.
- No reprimir las emociones, sino canalizarlas de manera constructiva.
- Fomentar la expresión emocional a través del arte, juego o escribir.
- Establecer límites claros frente a reacciones agresivas, pero sin invalidar la emoción subyacente.
- Para resolver conflictos, enseñar a identificar la raíz del problema y buscar soluciones creativas.
- Modelar pedir disculpas y perdonar cuando se cometen errores.
- Reforzar la comunicación respetuosa, la empatía y la escucha activa.
- No avergonzar al niño por expresar sus emociones de manera natural.
De este modo, los hijos desarrollarán habilidades intra e interpersonales que les permitirán gestionar sus emociones y relacionarse sanamente.
Conclusiones
La monoparentalidad trae consecuencias negativas en la salud emocional de todos los miembros de la familia. Los hijos están en riesgo de problemas internalizantes, externalizantes y académicos. Los padres enfrentan sobrecarga, aislamiento social y frustración. La dinámica familiar se vuelve más enmarañada, con menor cohesión y problemas en los límites entre padres e hijos. La psicología puede contribuir con intervenciones que apunten a mejorar la salud emocional y el funcionamiento de estas familias.
La clave está en buscar apoyo social, mantener una rutina organizada, cuidar la relación con los hijos, ser asertivo en la comunicación, cuidar la propia salud y buscar ayuda profesional cuando sea necesario.
Referencias
- Barudy, J. (2009). Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa.
- Cigoli, V., & Scabini, E. (2006). The family identity: Ties symbols and transitions. New Jersey: Erlbaum.
- Domínguez, C., González, D., Navarrete, D., & Zicavo, N. (2019). Parentalización en familias monoparentales. Ciencias Psicológicas, 13(2), 346-355. https://doi.org/10.22235/cp.v13i2.1891
- Hooper, L. M. (2007a). The application of attachment theory and family systems theory to the phenomena of parentification. The Family Journal, 15(3), 217-223. https://doi.org/10.1177/1066480707301290
- Instituto Nacional de Estadísticas Chile [INE]. (2017). Censo de Población y Vivienda 2017. http://www.ine.cl/
- Jurkovic, G. J. (1997). Lost childhoods: The plight of the parentified child. Philadelphia: Brunner/Mazel.
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- Kerig, P. K. (2005). Revisiting the construct of boundary dissolution: A multidimensional perspective. Journal of Emotional Abuse, 5(2-3), 5-42. https://doi.org/10.1300/J135v05n02_02
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- Minuchin, S. (1974). Families and family therapy. Harvard University Press.
- Peris, T. S., & Emery, R. E. (2005). Redefining the parent-child relationship following divorce: Examining the risk for boundary dissolution. Journal of Emotional Abuse, 5(4), 169-189. https://doi.org/10.1300/J135v05n04_01
- Peris, T. S., Goeke-Morey, M. C., Cummings, E. M., & Emery, R. E. (2008). Marital conflict and support seeking by parents in adolescence: Empirical support for the parentification construct. Journal of Family Psychology, 22(4), 633–642. https://doi.org/10.1037/a0012792
- Ramírez, M. (2005). Padres y desarrollo de los hijos: Prácticas de crianza. Estudios Pedagógicos, 31(2), 167-177. https://doi.org/10.4067/S0718-07052005000200011